La leyenda de la Güestia
La Güestia es una historia del folclore asturiano.
Cuenta la leyenda que un grupo de animas visitan a los moribundos antes de fallecer. Este grupo que camina por las noches está formado por las almas de los conocidos del moribundo. La persona agonizante recibe la visita de esta procesión tres noches consecutivas y en la última su alma es llevada en un ataúd por los espectros.
PINTURA DE LA GÜESTIA | FUENTE: Autor anónimo
La Güestia no tenía como objetivo asustar a los vivos, su misión era llevarse el alma de la persona elegida y portarla hasta el inframundo. Sin embargo, sus cánticos y lamentos se oían por todo el pueblo que recorrían.
La mayoría de las personas se mantenían escondidas en casa por el terror pero también había muchos curiosos que se asomaban a las ventanas y puertas, e incluso salían a pasear por la noche. Si la procesión de almas se topaba con alguno de estos aventureros les podía dar un estacazo mientras decían “Anda de día, que la noche es mía” pero si alcanzaban a tocar a la persona, esta moría inmediatamente. Se decía que para protegerte de cualquiera de estas reprimendas, había que trazar un círculo en el suelo con una rama de olivo bendecida y permanecer dentro hasta que la Güestia pasara. Este círculo, al estar hecho con una bendición, adquiría el carácter de “asilo” y los espectros tenían que respetar a quien estuviera dentro de él.
La procesión salía a medianoche del cementerio más cercano y anunciaba la muerte de tres maneras:
1. Dando en la mano a una persona un hueso encendido.
2. Entrando en casa de una persona que se encuentra enferma
3. Cuando en la procesión se va representada desfilando a una persona que todavía está viva.
Estas almas en pena portaban huesos encendidos y vestían con sudarios blancos. Desfilaban cantando los siguientes versos mientras tocaban campanillas:
“Cuando estábamos vivos, andábamos despistados,
Ahora que estamos muertos, andamos por estos huertos,
¡Andar, andar, hasta el tronco de la higuera!”
